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DECIMOQUINTA HORA DE LAS 24 HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO CON LAS REFLEXIONES. Revelación de Jesús a Luisa Picareta.

 

LAS 24 HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO CON LAS REFLEXIONES.

Revelación de Jesús a Luisa Picareta.


DECIMOQUINTA HORA De las 7 a las 8 de la mañana. 


PREPARACIÓN ANTES DE CADA MEDITACIÓN 

Oh Señor mío Jesucristo, postrada ante tu divina presencia, suplico a tu amorosísimo corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las 24 horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en tu cuerpo adorable como en tu alma santísima, hasta la muerte de cruz.

Ah, dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento de tus padecimientos mientras medito ahora la hora…

Y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante todas las horas en que estoy obligada a dedicarme a mis deberes, o a dormir. 

Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar.

 

 Jesús ante Pilatos.

 Pilatos lo envía a Herodes.

 Gracias te doy, oh Jesús, por llamarme a la unión contigo por medio de la oración, y tomando tus pensamientos, tu lengua, tu corazón y fundiéndome toda en tu Voluntad y en tu amor, extiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza sobre tu corazón empiezo: 

Atado bien mío, tus enemigos unidos a los sacerdotes te presentan ante Pilatos, y ellos fingiendo santidad y escrupulosidad, debiendo festejar la Pascua se quedan fuera en el atrio, y Tú, mi amor, viendo el fondo de su malicia reparas las hipocresías del cuerpo religioso. 

También yo reparo junto contigo, pero mientras Tú te ocupas del bien de ellos, ellos en cambio comienzan a acusarte ante Pilatos, vomitando todo el veneno que tienen contra Ti, pero Pilatos mostrándose insatisfecho de las acusaciones que te hacen, para poderte condenar con motivo te llama aparte y a solas te examina y te pregunta: 

«¿Eres Tú el rey de los judíos?» (Jn 18, 33) 

Y Tú mi Jesús, verdadero rey mío respondes: 

«Mi reino no es de este mundo; de lo contrario millares de legiones de ángeles me defenderían». 

Y Pilatos conmovido por la suavidad y dignidad de tu palabra, sorprendido te dice: 

«¿Cómo, Tú eres rey?» (Jn 18, 37) 

Y Tú: «Es como tú lo dices, Yo lo soy, y he venido al mundo para dar testimonio de la Verdad». (Jn 18, 37) 

Y Pilatos sin querer saber más y convencido de tu inocencia, sale a la terraza y dice: 

«Yo no encuentro culpa alguna en este hombre». (Jn 18, 38).

Los judíos enfurecidos te acusan de tantas otras cosas, y Tú callas y no te defiendes, y reparas las debilidades de los jueces cuando se encuentran de frente a los poderosos y sus injusticias, y ruegas por los inocentes oprimidos y abandonados. 

Entonces Pilatos al ver el furor de tus enemigos y para desentenderse te envía a Herodes.

Jesús ante Herodes.

Mi Rey divino, quiero repetir tus oraciones y reparaciones y acompañarte hasta Herodes. 

Veo que tus enemigos, enfurecidos, quisieran devorarte y te conducen entre insultos, burlas y befas, y así te hacen llegar ante Herodes, el cual en actitud soberbia te hace muchas preguntas, y Tú no respondes, no lo miras, y Herodes irritado porque no se ve satisfecho en su curiosidad y sintiéndose humillado por tu prolongado silencio, dice a todos que Tú eres un loco y sin juicio, y como a tal ordena que seas tratado, y para mofarse de Ti hace que seas vestido con una vestidura blanca y te entrega en las manos de los soldados para que te hagan lo peor que puedan. 

Inocente Jesús, ninguno encuentra culpa en Ti, sólo los judíos, porque su fingida religiosidad no merece que resplandezca en sus mentes la luz de la verdad. 

Mi Jesús, sabiduría infinita, cuánto te cuesta el haber sido declarado loco. 

Los soldados abusando de Ti te arrojan por tierra, te pisotean, te cubren de salivazos, te escarnecen, te golpean con palos, y son tantos los golpes que te sientes morir. 

Son tales y tantas las penas, los oprobios, las humillaciones que te hacen, que los ángeles lloran y se cubren el rostro con sus alas para no verlas. 

También yo, mi loquito Jesús, quiero llamarte loco, pero loco de amor, y es tanta tu locura de amor que en vez de ofenderte, Tú ruegas y reparas por las ambiciones de los reyes que ambicionan reinos para ruina de los pueblos, por las destrucciones que provocan, por tanta sangre que hacen derramar por sus caprichos, por todos los pecados de curiosidad y por las culpas cometidas en las cortes y en las milicias. 

Mi Jesús, cómo es tierno el verte en medio de tantos ultrajes orando y reparando, tus palabras repercuten en mi corazón y sigo lo que haces Tú.

 Y ahora deja que me ponga a tu lado y tome parte en tus penas y te consuele con mi amor, y alejándote a los enemigos, te tomo entre mis brazos para darte fuerzas y besarte la frente. 

Dulce amor mío, veo que no te dan reposo y que Herodes te envía nuevamente a Pilatos. 

Si doloroso ha sido el venir, más trágico será el regreso, porque veo que los judíos están más enfurecidos que antes y están resueltos a hacerte morir a cualquier precio. 

Por eso antes que salgas del palacio de Herodes quiero besarte, para testimoniarte mi amor en medio de tantas penas, y Tú fortifícame con tu beso y con tu bendición, y te sigo ante Pilatos.

 

Reflexiones de la Decimoquinta Hora (7 AM) 13-18 Septiembre 16, 1921

 Herodes se burla de Jesús.

 Jesús al obrar formaba nuestras obras en el Divino Querer. 

Estaba haciendo la hora de la Pasión cuando mi dulce Jesús se encontraba en el palacio de Herodes vestido de loco, recibiendo burlas, y mi siempre amable Jesús, haciéndose ver me ha dicho: 

Hija mía, no solamente en aquel momento fui vestido de loco, escarnecido y recibí burlas, sino que las criaturas continúan dándome estas penas, más bien estoy bajo continuas burlas y por toda clase de personas

Si una persona se confiesa y no mantiene sus propósitos de no ofenderme, es una burla que me hace; si un sacerdote confiesa, predica, administra Sacramentos, y su vida no corresponde a las palabras que dice y a la dignidad de los Sacramentos que administra, tantas burlas me hace por cuantas palabras dice, por cuantos Sacramentos administra; y mientras Yo en los Sacramentos les doy la vida nueva, ellos me dan escarnios, burlas, y al profanarlos me preparan la vestidura para vestirme de loco; si los superiores ordenan a sus inferiores sacrificios, oración, virtud, desinterés, y ellos llevan una vida cómoda, viciosa, interesada, son tantas burlas que me hacen; si las cabezas civiles y eclesiásticas quieren la observancia de las leyes, y ellos son los primeros transgresores, son burlas que me hacen. 

¡Oh, cuántas burlas me hacen! Son tantas que estoy cansado de ellas, especialmente cuando bajo apariencia de bien ponen el veneno del mal, ¡oh! cómo hacen de Mí un juego, como si Yo fuera su juguete y su pasatiempo, pero mi justicia tarde o temprano se burlará de ellos castigándolos severamente. 

Tú reza y repárame estas burlas que tanto me duelen, y que son la causa por la que no puedo hacer conocer quién soy Yo”. 

Después, habiendo venido nuevamente, y como yo estaba fundiéndome toda en el Divino Querer, me ha dicho:

 “Hija queridísima de mi Querer, Yo estoy esperando con ansia tus fusiones en mi Voluntad; tú debes saber que conforme Yo pensaba en mi Voluntad, así iba modelando tus pensamientos en Ella, preparándoles su lugar; al obrar, modelaba tus obras en mi Querer, y así de todo lo demás. 

Ahora, lo que Yo hacía no lo hacía para Mí, porque no tenía necesidad, sino para ti, y por eso te espero en mi Voluntad para que vengas a tomar los lugares que te preparó mi Humanidad, y sobre las obras que preparé ven a hacer las tuyas, y entonces por ello estaré contento y recibiré completa gloria cuando te vea hacer lo que Yo hice”.

Noviembre 22, 1921 La pena que más traspasó a Jesús en su Pasión fue el fingimiento. 

Dicho esto ha desaparecido. 

Después ha regresado y ha agregado: 

Hija mía, la pena que más me traspasó en mi Pasión fue el fingimiento de los fariseos, fingían justicia y eran los más injustos; fingían santidad, legalidad, orden, y eran los más perversos, fuera de toda regla y en pleno desorden, y mientras fingían honrar a Dios, se honraban a sí mismos, su propio interés, su propia conveniencia, por eso la luz no podía entrar en ellos, porque sus modos fingidos les cerraban las puertas, y el fingimiento era la llave que a doble giro de cerradura, cerrándola a muerte, obstinadamente impedía aun cualquier resplandor de luz, tanto que Pilatos, idólatra, encontró más luz que los mismos fariseos, porque todo lo que él hizo y dijo no partía del fingimiento, sino a lo más del temor, y Yo me siento más atraído hacia el pecador más perverso, no fingido, que hacia aquellos que son más buenos, pero fingidos

¡Oh!, cómo me da repugnancia quien aparentemente hace el bien, finge ser bueno, reza, pero por dentro anida el mal, el propio interés, y mientras los labios rezan su corazón está lejano de Mí, y en el mismo acto de hacer el bien piensa cómo satisfacer sus pasiones brutales. 

Además, el hombre fingido en el bien que aparentemente hace y dice, no es capaz de dar luz a los demás, habiéndole cerrado las puertas a la luz, así que obran como demonios encarnados, que muchas veces bajo aspecto de bien atraen al hombre, y éstos viendo el bien se dejan atraer, pero cuando van en lo mejor del camino los precipitan en las culpas más graves

¡Oh! cómo son más seguras las tentaciones bajo aspecto de culpa, que aquellas bajo aspecto de bien, así es más seguro tratar con personas perversas, que con personas buenas pero fingidas, ¿cuánto veneno no esconden, cuantas almas no envenenan? 

Si no fuera por los fingimientos y todos se hicieran conocer por lo que son, se quitarían las raíces del mal de la faz de la tierra, y todos quedarían desengañados”.

 

Jesús ante Pilatos. 

Qué cosa es la verdad. 

Encontrándome en mi habitual estado, estaba siguiendo las horas de la Pasión de mi dulce Jesús, especialmente cuando fue presentado a Pilatos, el cual le preguntó cuál era su reino, y mi siempre amable Jesús me ha dicho: 

Hija mía, fue la primera vez en mi Vida terrena que tuve que tratar con un gobernante gentil, el cuál me preguntó cuál era mi reino, y Yo le respondí que mi reino no es de este mundo, que si de este mundo fuera, millones de legiones de ángeles me defenderían

Con esto abría a los gentiles mi reino y les comunicaba mi celestial doctrina, tanto que Pilatos me preguntó: ‘

¿Cómo, Tú eres rey?’ 

Y Yo inmediatamente le respondí: 

Rey soy Yo, y he venido al mundo a enseñar la verdad.’ 

Con esto Yo quería abrirme camino en su mente para hacerme conocer, y él, sintiéndose como golpeado me preguntó:

 ‘¿Qué cosa es la verdad?’ 

Pero no esperó mi respuesta, no tuve el bien de hacerme comprender, le habría dicho: 

‘La verdad soy Yo, todo en Mí es verdad; verdad es mi paciencia en medio de tantos insultos; verdad es mi mirada dulce entre tantas burlas, calumnias, desprecios; verdad son mis modos afables, atrayentes, en medio de tantos enemigos, que mientras ellos me odian Yo los amo, y mientras quieren darme la muerte Yo quiero abrazarlos y darles la vida; verdad son mis palabras dignas y llenas de sabiduría celestial; todo en Mí es verdad”.

La verdad es más que sol majestuoso, que por cuanto se quiera pisotear, surge más bello, más luminoso y hace avergonzar a los mismos enemigos, haciéndolos caer por tierra, a sus pies. 

Pilatos me preguntó con ánimo sincero, y Yo le respondí inmediatamente, en cambio Herodes me preguntó con maldad y por curiosidad, y Yo no le respondí, así que a quien quiere saber las cosas santas con sinceridad, Yo me revelo más allá de lo que se quiere; en cambio, a quien quiere saberlas con maldad y para curiosear, Yo me le escondo, y mientras éstos quieren hacer burla de Mí, Yo los confundo y me burlo de ellos.

 Pero como mi persona llevaba consigo la verdad, también ante Herodes hizo su oficio, mi silencio ante sus tempestuosas preguntas, mi mirada modesta, el aspecto todo lleno de dulzura, de dignidad, de nobleza de mi misma persona, eran todas verdades, y verdades operantes”.

 

Efectos de la palabra y mirada de Jesús. 

Jesús reprende a Luisa por querer dejar ocultas estas verdades. 

Estaba pensando en mi dulce Jesús cuando fue presentado a Herodes, y decía entre mí: 

“Cómo es posible que Jesús, tan bueno, no se haya dignado decirle una palabra, ni dirigirle una mirada.

 ¿Quién sabe y a lo mejor aquel pérfido corazón, ante la potencia de la mirada de Jesús se hubiera convertido?” 

Y Jesús haciéndose ver me ha dicho: 

Hija mía, era tanta su perversidad e indisposición de ánimo, que no mereció que lo mirara y le dijera una palabra, y si lo hubiera hecho él se habría hecho más culpable, porque cada palabra mía o mirada son vínculos de más que se forman entre Yo y la criatura. 

Cada palabra es una unión mayor, un mayor estrechamiento; y en cuanto el alma se siente mirada, la gracia comienza su trabajo

Si la mirada o la palabra ha sido dulce, benigna, el alma dice: 

‘Cómo era bella, penetrante, suave, melodiosa, ¿cómo no amarlo?’ 

O bien si ha sido una mirada o palabra majestuosa, fulgurante de luz, dice: 

‘Qué majestad, qué grandeza, qué luz tan penetrante, cómo me siento pequeña, cómo soy miserable, cuántas tinieblas en mí ante esa luz tan fulgurante’. 

Si te quisiera decir la potencia, la gracia, el bien que lleva mi palabra o mirada, cuántos libros te haría escribir”. 

 

Jesús presentado por los judíos a Pilatos. Dónde está y cuál es el verdadero reino. 

Estaba acompañando a mi penante Jesús en las horas de su amarguísima Pasión, especialmente cuando fue presentado y acusado por los judíos ante Pilatos, y Pilatos, no contento con las simples acusaciones que le hacían, volvía a los interrogatorios para encontrar, o causa suficiente para condenarlo o para liberarlo. 

Y Jesús, hablándome en mi interior me ha dicho: 

"Hija mía, todo en mi Vida es misterio profundo y enseñanzas sublimes, en las cuales el hombre debe mirarse como en un espejo para imitarme. 

Tú debes saber que era tanta la soberbia de los judíos, especialmente por la fingida santidad que profesaban, por la que eran tenidos por hombres rectos y concienzudos, que creían que sólo con presentarme ellos y decir que me habían encontrado culpable y reo de muerte, Pilatos debía creerles y sin interrogarlos debía condenarme, mucho más porque estaban tratando con un juez gentil que no tenía ni conocimiento de Dios ni conciencia. 

Pero Dios dispuso diversamente para confundirlos y para enseñar a los superiores que por mucho que parezcan buenas y santas las personas que acusan a un pobre reo, no les crean fácilmente, sino que las interroguen cuidadosamente para ver si están en la verdad, o bien, ver si bajo aquel vestido de bondad hay algunos celos, rencores, o es para obtener de los superiores, haciéndose camino en sus corazones, algún puesto o dignidad que ambicionan.

El escrutinio hace conocer a las personas, las confunde y se muestra que no se tiene confianza en ellas, y al no verse apreciadas se quitan el pensamiento de ambicionar puestos o de acusar a otros. 

Cuánto mal hacen aquellos superiores cuando a ojos cerrados, fiándose de una fingida bondad, no de una virtud probada, los ponen en un puesto, o dan oídos a quien acusa a otro de alguna falta. 

Cuánto no quedaron humillados los judíos al no ser creídos fácilmente por Pilatos y al sufrir tantos interrogatorios, y si cedió en condenarme no fue porque les creyera, sino forzado y para no perder su puesto; esto los confundió, de modo que quedó como marca sobre su frente una extrema confusión y una humillación profunda, mucho más que descubrían más rectitud y más conciencia en un juez gentil que en ellos. 

Cuán necesario y justo es el escrutinio, arroja luz, produce calma en los verdaderos buenos y confusión en los malos. 

Y cuando queriendo examinarme Pilatos me preguntó: 

‘¿Tú eres rey? Y ¿dónde está tu reino?’ 

Yo quise dar otra sublime lección con decir: 

‘Yo soy rey’. Y quería decir: 

‘¿Pero sabes tú cuál es mi reino? 

Mi reino son mis dolores, mi sangre, mis virtudes; éste es el verdadero reino, que no fuera de Mí, sino dentro de Mí poseo, lo que se posee por afuera no es verdadero reino ni seguro dominio, porque lo que no está dentro del hombre le puede ser quitado, usurpado y será obligado a dejarlo; en cambio lo que está dentro nadie se lo podrá quitar, el dominio será eterno dentro de él.

Las características de mi reino son mis llagas, las espinas, la cruz, donde no hago como los demás reyes, que hacen vivir a sus pueblos fuera de ellos, en la inseguridad y tal vez en ayunas; Yo no, Yo llamo a mis pueblos a habitar en las estancias de mis llagas, fortificados y defendidos por mis dolores, quitada su sed por mi sangre, alimentados por mi carne, y sólo esto es el verdadero reinar, todos los demás reinos son reinos de esclavitud, de peligros y de muerte; en mi reino está la verdadera vida

Cuántas enseñanzas sublimes, cuántos misterios profundos en mis palabras, cada alma debería decirse a sí misma en las penas y dolores, en las humillaciones y abandonos de todos, al practicar las verdaderas virtudes: 

‘Este es mi reino, no sujeto a perecer, nadie me lo puede quitar ni tocar, es más, mi reino es eterno y divino, semejante al de mi dulce Jesús, mis dolores y penas me lo certifican y me vuelven el reino más fortificado y aguerrido, tanto, que ninguno podrá hacerme guerra en vista de mi gran fortaleza’. 

Este es reino de paz, que deberían ambicionar todos mis hijos".

 

Jesús todo lo obró y lo sufrió en su Voluntad.

 Estaba pensando en la Pasión de mi dulce Jesús y sentía sus penas junto a mí, como si ahora las estuviera Él sufriendo, y mirándome me ha dicho: 

Hija mía, Yo sufrí todo en mi Voluntad, y a medida que sufría mis penas abrían tantos caminos en mi Voluntad para llegar a cada criatura.

 Si no hubiera sufrido en mi Voluntad, que envuelve todo, mis penas no habrían llegado hasta ti, ni hasta todos y cada uno, habrían quedado con mi Humanidad; es más, con haberlas sufrido en mi Voluntad no sólo abrían tantos caminos para ir a todas las criaturas, sino que abrían también tantos otros para hacerlas entrar a ellas hasta Mí, y unirse con esas penas y darme cada una de las penas que con sus ofensas me debían dar en todo el curso de los siglos, y mientras Yo estaba bajo la tempestad de los golpes, mi Voluntad me traía a cada una de las criaturas a golpearme, así que no fueron sólo aquellos los que me flagelaron, sino las criaturas de todos los tiempos, que habrían con sus ofensas concurrido a la bárbara flagelación, y así en todas las demás penas mi Voluntad me traía a todos, ninguno faltaba a la llamada, todos me estaban presentes, ninguno faltó, por eso mis penas fueron ¡oh, cuánto más duras, más múltiples que las que se vieron! 

Entonces si quieres que 

los ofrecimientos de mis penas, tu compasión y reparación, tus pequeñas penas, no sólo lleguen hasta Mí, sino que hagan los mismos caminos de las mías, haz que todo entre en mi Querer, y todas las generaciones recibirán los efectos

Y no sólo mis penas, sino también mis palabras, porque dichas en mi Voluntad llegaban a todos, como por ejemplo cuando Pilatos me preguntó si Yo era rey y Yo le respondí: 

‘Mi reino no es de este mundo, si de este mundo fuera, millones de legiones de ángeles me defenderían’. 

Y Pilatos al verme tan pobre, humillado, despreciado, se asombró y dijo más marcado: 

¡Cómo! ¿Tú eres rey?’ 

Y Yo con firmeza le respondí a él y a todos los que se encuentran en algún puesto: 

‘Rey soy Yo, y he venido al mundo a enseñar la verdad, y la verdad es que no son los puestos, los reinos, las dignidades, el derecho de mando lo que hace reinar al hombre, lo que lo ennoblece, lo que lo eleva sobre todos; es más, éstas cosas son esclavitudes, miserias, que lo hacen servir a viles pasiones, a hombres injustos, cometiendo también él tantos actos de injusticia que lo desnoblecen, lo arrojan en el fango y le atraen el odio de sus dependientes, así que las riquezas son esclavitudes, los puestos son espadas con las que muchos quedan muertos o heridos; el verdadero reinar es la virtud, el despojamiento de todo, el sacrificarse por todos, el someterse a todos, y esto es el verdadero reinar que vincula a todos y se hace amar por todos, por eso mi reino no tendrá jamás fin, y el tuyo está próximo a perecer’. 

Y estas palabras en mi Voluntad las hacía llegar a los oídos de todos aquellos que se encuentran en puestos de autoridad, para hacerles conocer el gran peligro en el que se encuentran, y para poner en guardia a quienes aspiran a los puestos, a las dignidades, al mando”.

 

Como quien oye la verdad y no la quiere llevar a cabo queda quemado.

 Después de esto estaba siguiendo a mi apasionado Jesús en la Pasión, y habiendo llegado al punto cuando Herodes lo acosaba a preguntas y Él callaba, pensaba entre mí: 

“Si Jesús hubiese hablado tal vez aquél se hubiera convertido”. 

Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho: 

Hija mía, Herodes no me preguntó para conocer la verdad sino para curiosear y burlarse de Mí, y si Yo hubiese respondido habría hecho burla de él, porque cuando falta la voluntad de conocer la verdad y de llevarla a cabo, falta el humor en el alma para recibir el calor que lleva consigo la luz de mis verdades; este calor no encontrando la humedad para hacer germinar y fecundar la verdad, quema de más y hace secar el bien que puede producir. 

Sucede como al sol, que cuando no encuentra la humedad en las plantas, su calor sirve para secar y quemar la vida de las plantas, pero si encuentra humedad hace prodigios, por eso la verdad es bella, es amable, es la restauradora y fecundadora de las almas, con su calor y luz forma prodigios de desarrollo, de gracias y de santidad, pero esto para quien ama conocerla para hacerla; pero para quien no ama hacerla, la verdad se burla de ellos en vez de quedar burlada”.

 

OFRECIMIENTO DESPUÉS DE CADA HORA.  

Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta hora de tu Pasión para hacerte compañía, y yo he venido. Me parecía oírte angustiado y  doliente que oras, reparas y sufres, y con las palabras más conmovedoras y elocuentes suplicas la salvación de las almas.  

He tratado de seguirte en todo; ahora, debiéndote dejar por mis acostumbradas ocupaciones, siento el deber de decirte “gracias” y un “te bendigo”.

Sí, oh Jesús, gracias te repito mil y mil veces y te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos; gracias y te bendigo por cada gota de sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra, mirada, amargura, ofensa que has soportado.

En todo, oh mi Jesús, quiero ponerte un “gracias” y un “te bendigo.” 

Ah mi Jesús, haz que todo mi ser te envíe un flujo continuo de agradecimientos y bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo de tus gracias y bendiciones.

Ah Jesús, estréchame a tu corazón y con tus santísimas manos márcame todas las partículas de mi ser con tu “te bendigo”, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa que un himno continuo de agradecimiento hacia Ti Nuestros latidos se tocarán continuamente, de manera que me darás vida, amor, y una estrecha e inseparable unión contigo.

Ah, te ruego mi dulce Jesús, que si ves que alguna vez estoy por dejarte, tu latido se acelere más fuerte en el mío, tus manos me estrechen más fuerte a tu corazón, tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, a fin de que sintiéndote, rápidamente me deje atraer a la unión contigo.

Ah mi Jesús, mantente en guardia para que no me aleje de Ti, y te suplico que estés siempre junto a mí y que me des tus santísimas manos para hacer junto conmigo lo que me conviene hacer. Mi Jesús, ah, dame el beso del divino amor, abrázame y bendíceme; yo te beso en tu dulcísimo corazón y me quedo en Ti.

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