Páginas

PRIMERA HORA DE LAS 24 HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO CON LAS REFLEXIONES.

 LAS 24 HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO CON LAS REFLEXIONES. 

Revelación de Jesús a Luisa Picareta.  

 


Antes de iniciar es importante saber las palabras de Jesús a quien haga todos los días las 24 Horas de la Pasión.  O sea una hora de la pasión por día.

 

“Hija mía, si tú supieras la gran complacencia que siento al verte repetir estas horas de mi Pasión, y siempre repetirlas, y de nuevo repetirlas, quedarías feliz. 

Es verdad que mis santos han meditado mi Pasión y han comprendido cuánto sufrí y se han deshecho en lágrimas de compasión, tanto, de sentirse consumar de amor por mis penas, pero no lo han hecho así de continuo y siempre repetido con este orden, así que puedo decir que tú eres la primera que me da este gusto tan grande y especial, y al ir desmenuzando en ti hora por hora mi Vida y lo que sufrí, YO ME SIENTO TAN ATRAÍDO, QUE HORA POR HORA TE VOY DANDO EL ALIMENTO y como contigo el mismo alimento, y hago junto contigo lo que haces tú. 

Debes saber que te recompensaré abundantemente con nueva luz y nuevas gracias, y aun después de tu muerte, cada vez que sean hechas por las almas en la tierra estas horas de mi Pasión, Yo en el Cielo te cubriré siempre de nueva luz y gloria”.

11-83 Noviembre 6, 1914

 

“DIME BIEN MÍO, ¿QUÉ COSA DARÁS EN RECOMPENSA A AQUELLOS QUE HARÁN LAS HORAS DE LA PASIÓN COMO TÚ ME LAS HAS ENSEÑADO?”

Y Él:

 “Hija mía, estas horas no las consideraré como cosas vuestras, sino como hechas por Mí, os daré mis mismos méritos como si Yo estuviera sufriendo en acto mi Pasión y los mismos efectos según las disposiciones de las almas, esto en la tierra, premio mayor no podría darles; luego en el Cielo, a estas almas me las pondré de frente, saeteándolas con saetas de amor y de contentos por cuantas veces han hecho las horas de mi Pasión, y ellas me saetearán a Mí. 

¡Qué dulce encanto será esto para todos los bienaventurados!”

11-60 Septiembre 6, 1913

…Estaba pensando en las horas de la Pasión escritas, y en que como están sin indulgencias, quien las hace no gana nada, mientras que hay tantas oraciones enriquecidas con tantas indulgencias. 

Mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús, todo benignidad me ha dicho:

“Hija mía, con las oraciones indulgenciadas se gana alguna cosa, 

EN CAMBIO LAS HORAS DE MI PASIÓN, QUE SON MIS MISMAS ORACIONES, MIS REPARACIONES Y TODO AMOR, HAN SALIDO PROPIAMENTE DEL FONDO DE MI CORAZÓN. 

¿Has acaso olvidado cuántas veces me he unido contigo para hacerlas juntos y he cambiado los flagelos en gracias para toda la tierra? Por eso es tal y tanta mi complacencia, que EN LUGAR DE LA INDULGENCIA LE DOY AL  ALMA UN PUÑADO DE AMOR, que contiene precio incalculable de infinito valor, y además, cuando las cosas son hechas por puro amor, mi amor encuentra en eso su desahogo, y no es indiferente que la criatura dé alivio y desahogo al amor de su Creador”.

11-80 Octubre, 1914

…Estaba escribiendo las horas de la Pasión y pensaba entre mí: 

“Cuántos sacrificios para escribir estas benditas horas de la Pasión, 

especialmente por tener que poner en el papel ciertos actos internos que sólo entre yo y Jesús han pasado, ¿cuál será la recompensa que Él me dará por esto?” Y Jesús haciéndome oír su voz tierna y dulce me ha dicho:

“Hija mía, en recompensa por haber escrito las horas de mi Pasión, por cada palabra que has escrito te daré un beso, un alma”.

Y yo: 

“Amor mío, esto a mí, 

Y A AQUELLOS QUE LAS HARÁN, ¿QUÉ LES DARÁS?”

Y Jesús: “Si las hacen junto Conmigo y con mi misma Voluntad, por cada palabra que reciten les daré también un alma, porque toda la mayor o menor eficacia de estas horas de mi Pasión está en la mayor o menor unión que tienen Conmigo, y haciéndolas con mi Voluntad, la criatura se esconde en mi Querer, y actuando mi Querer puedo hacer todos los bienes que quiero, aun por medio de una sola palabra, y esto cada vez que las hagan”.

En otra ocasión estaba lamentándome con Jesús, porque después de tantos sacrificios para escribir las horas de la Pasión, eran muy pocas las almas que las hacían, y entonces Él me dijo:

“Hija mía, no te lamentes, aunque fuera sólo una deberías estar contenta, ¿no habría sufrido Yo toda mi Pasión aunque se debiera salvar una sola alma? 

Así también tú, jamás se debe omitir el bien porque sean pocos los que lo aprovechen,

 TODO EL MAL ES PARA QUIEN NO LO APROVECHA,

 y así como mi Pasión hizo adquirir el mérito a mi Humanidad como si todos se salvaran, a pesar de que no todos se salvan, porque mi Voluntad era la de salvarlos a todos, entonces merecí según lo que Yo quería, no según el provecho que las criaturas harían; así tú, según que tu voluntad se haya ensimismado con mi Voluntad, de querer y de hacer el bien a todos, así serás recompensada, TODO EL MAL ES DE AQUELLOS QUE PUDIENDO NO LAS HACEN, ESTAS HORAS SON LAS MÁS PRECIOSAS DE TODAS, pues no son otra cosa que repetir lo que Yo hice en el curso de mi vida mortal, y lo que continúo en el Santísimo Sacramento.

 CUANDO ESCUCHO ESTAS HORAS DE MI PASIÓN, ESCUCHO MI MISMA VOZ, MIS MISMAS ORACIONES, VEO MI VOLUNTAD EN ESA ALMA, la cual es de querer el bien de todos y de reparar por todos, y Yo me siento transportado a morar en ella para poder hacer en ella lo que hace ella misma. 

¡OH, CUÁNTO QUISIERA QUE AUNQUE FUERA UNA SOLA POR REGIÓN HICIERA ESTAS HORAS DE MI PASIÓN!, me oiría a Mí mismo en cada lugar, y mi Justicia en estos tiempos tan grandemente indignada, quedaría en parte aplacada”.

11-82 Noviembre 4, 1914

“Hija mía, has de saber que con hacer estas horas, el alma toma mis pensamientos y los hace suyos, mis reparaciones, las oraciones, los deseos, los afectos y aun mis más íntimas fibras y las hace suyas, y elevándose entre el Cielo y la tierra hace mi mismo oficio, y como corredentora dice junto Conmigo: 

“Ecce ego mitte me”,quiero repararte por todos, responderte por todos e implorar el bien para todos”.

11-122 Abril 23, 1916 

 

¿CÓMO HACER ESTAS HORAS? 

Generalmente estas horas se hacen en forma individual, meditándose una hora por día, no es necesario hacerla a la hora indicada en cada una de ellas, pudiendo meditarla en el momento en que se tenga el tiempo suficiente para hacerla con calma, así en el transcurso de 24 días se terminará todo el reloj, volviendo a comenzar nuevamente, en forma ininterrumpida. 

Otra manera de hacerlo es reunir 24 personas que se comprometan a meditar 1 hora diariamente, repartiéndose las horas entre las 24 personas, por lo que diariamente se meditarán las 24 horas; de ahí en adelante se avanzará normalmente una meditación por día, no repitiendo la misma meditación, de la misma manera que cuando se hacen en forma particular, y en un lapso de 24 días, cada uno de los integrantes habrá meditado todas las horas. 

Esto se puede hacer una sola vez, o mejor, si todos se comprometen se puede hacer en forma continua. Lo importante es hacerlas junto con Él y con su misma Voluntad.

 

PREPARACIÓN ANTES DE CADA MEDITACIÓN 

Oh Señor mío Jesucristo, postrada ante tu divina presencia, suplico a tu amorosísimo corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las 24 horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en tu cuerpo adorable como en tu alma santísima, hasta la muerte de cruz.

Ah, dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento de tus padecimientos mientras medito ahora la hora…

Y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante todas las horas en que estoy obligada a dedicarme a mis deberes, o a dormir. 

Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar.

 

PRIMERA HORA De las 5 a las 6 de la tarde.

 Jesús se despide de su Madre Santísima.

 Gracias te doy, oh Jesús, por llamarme a la unión contigo por medio de la oración, y tomando tus pensamientos, tu lengua, tu corazón y fundiéndome toda en tu Voluntad y en tu amor, extiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza sobre tu corazón empiezo: 

Oh Celestial Mamá, la hora de la separación se acerca y yo vengo a Ti.

 ¡Oh Madre, dame tu amor y tus reparaciones, dame tu dolor, porque junto contigo quiero seguir paso a paso al adorado Jesús! Y he aquí que Jesús viene, y Tú con el alma rebosante de amor corres a su encuentro, pero al verlo tan pálido y triste el corazón se te oprime por el dolor, las fuerzas te abandonan y estás a punto de desfallecer a sus pies. 

Oh dulce Mamá mía, ¿sabes por qué ha venido a Ti el adorable Jesús? ¡Ah! Él ha venido para darte el último adiós, para decirte la última palabra, para recibir el último abrazo. 

Oh Mamá, a Ti me estrecho con toda la ternura de la cual es capaz este mi pobre corazón, a fin de que estrechado y unido a Ti, también yo pueda recibir los abrazos del adorado Jesús. 

¿Me desdeñarás acaso Tú? ¿No es más bien un consuelo para tu corazón tener un alma a tu lado y que comparta contigo las penas, los afectos, las reparaciones? 

Oh Jesús, en esta hora tan desgarradora para tu ternísimo corazón, qué lección nos das de filial y amorosa obediencia hacia tu Mamá. ¡Qué dulce armonía hay entre Tú y María, qué suave encanto de amor que sube hasta el trono del Eterno y se extiende para salvación de todas las criaturas de la tierra! Oh Celestial Mamá mía, ¿sabes qué quiere de Ti el adorado Jesús? No quiere otra cosa que tu última bendición. 

Es verdad que de todas las partes de tu ser no salen sino bendiciones y alabanzas a tu Creador, pero Jesús al despedirse de Ti quiere oír las dulces palabras:

 «Te bendigo oh Hijo». Y este te bendigo aleja todas las blasfemias de sus oídos, y dulce y suave desciende a su corazón; y casi como para poner una defensa a todas las ofensas de las criaturas, Jesús quiere tu “te bendigo.”

 Yo me uno a Ti, oh dulce Mamá, sobre las alas del viento quiero girar por el Cielo para pedir al Padre, al Espíritu Santo, a todos los ángeles, un “te bendigo” para Jesús, a fin de que yendo a Él le pueda llevar sus bendiciones.

 Y aquí en la tierra quiero ir a todas las criaturas y pedir de cada labio, de cada latido, de cada paso, de cada respiro, de cada mirada, de cada pensamiento, bendiciones y alabanzas a Jesús, y si ninguno me las quiere dar, yo quiero darlas por ellos.

 Oh dulce Mamá, después de haber girado y vuelto a girar para pedir a la Trinidad Sacrosanta, a los ángeles, a todas las criaturas, a la luz del sol, al perfume de las flores, a las olas del mar, a cada soplo de viento, a cada llama de fuego, a cada hoja que se mueve, al centellear de las estrellas, a cada movimiento de la naturaleza un “te bendigo”, vengo a Ti y uno mis bendiciones a las tuyas. 

Dulce Mamá mía, veo que recibes consuelo y alivio por esto, y ofreces a Jesús todas mis bendiciones en reparación de las blasfemias y maldiciones que Él recibe de las criaturas. Pero mientras te ofrezco todo, oigo tu voz temblorosa que dice: 

“Hijo, bendíceme también a Mí.”

 Oh dulce amor mío, Jesús, bendíceme también a mí junto con tu Mamá, bendice mis pensamientos, mi corazón, mis manos, mis obras, mis pasos, y junto con tu Mamá bendice a todas las criaturas. 

Oh Madre mía, al mirar el rostro del adolorido Jesús, pálido, triste, desgarrador, se despierta en Ti el recuerdo de los dolores que dentro de poco Él deberá sufrir. Adivinas su rostro cubierto de salivazos y lo bendices, la cabeza traspasada por las espinas, los ojos vendados, el cuerpo desgarrado por los azotes, las manos y los pies traspasados por los clavos, y adonde quiera que Él está a punto de ir, Tú lo sigues con tus bendiciones, y junto contigo lo sigo también yo. Cuando Jesús sea golpeado por los azotes, coronado de espinas, abofeteado, traspasado por los clavos, dondequiera encontrará junto a tu “te bendigo”, el mío.

 Oh, Jesús, oh Madre, os compadezco; inmenso es vuestro dolor en estos últimos momentos, el corazón de uno parece que arranque el corazón del otro. 

Oh Madre arranca mi corazón de la tierra y átalo fuerte a Jesús, a fin de que estrechado a Él pueda tomar parte de tus dolores, y mientras os estrecháis, os abrazáis, os dirigís las últimas miradas, los últimos besos, estando yo en medio de vuestros dos corazones pueda recibir vuestros últimos besos, vuestros últimos abrazos. ¿No veis que yo no puedo estar sin Vosotros, no obstante mi miseria y mi frialdad?

 Jesús, Mamá, ténganme estrechada a Ustedes, denme su amor, su Querer, saetead mi pobre corazón, estréchenme entre sus brazos, y junto contigo, oh dulce Mamá, quiero seguir paso a paso al adorado Jesús con la intención de darle consuelo, alivio, amor y reparación por todos.

 Oh Jesús, junto a tu Mamá te beso el pie izquierdo suplicándote que quieras perdonarme a mí y a todas las criaturas por cuantas veces no hemos caminado hacia Dios. 

Beso tu pie derecho, perdóname a mí y a todos por cuantas veces no hemos seguido la perfección que Tú querías de nosotros. 

Te beso la mano izquierda pidiéndote nos comuniques tu pureza. 

Beso tu mano derecha, bendice todos mis latidos, pensamientos, afectos, a fin de que validados por tu bendición todos se santifiquen, y junto conmigo bendice también a todas las criaturas, y sella la salvación de sus almas con tu bendición. 

Oh Jesús, junto a tu Mamá te abrazo, y besándote el corazón te ruego que pongas en medio de vuestros dos corazones el mío, a fin de que se alimente continuamente de vuestros amores, de vuestros dolores, de vuestros mismos afectos, deseos y de vuestra misma vida. Así sea.

 + + + 

Reflexiones de la primera Hora (5 PM) 5-19 Octubre 3, 1903.

Jesús continúa su Vida en el mundo no sólo en el Santísimo Sacramento, sino también en las almas que se encuentran en gracia. 

Mientras estaba pensando en la hora de la Pasión cuando Jesús se despidió de su Madre para ir a la muerte y se bendijeron mutuamente, y estaba ofreciendo esta hora para reparar por aquellos que no bendicen en cada cosa al Señor, sino más bien lo ofenden, para impetrar todas aquellas bendiciones que son necesarias para conservarnos en gracia de Dios y para llenar el vacío de la gloria de Dios, como si todas las criaturas lo bendijeran. 

Mientras esto hacía, lo he sentido moverse en mi interior, y decía: 

“Hija mía, en el acto de bendecir a mi Madre intenté también bendecir a cada una de las criaturas en particular y en general, de modo que todo está bendecido por Mí: 

Los pensamientos, las palabras, los latidos, los pasos, los movimientos hechos por Mí, todo, todo está avalado con mi bendición. 

También te digo que todo lo bueno que hacen las criaturas, todo fue hecho por mi Humanidad, para hacer que todo el obrar de las criaturas fuera primero divinizado por Mí. 

Además de esto, mi vida continúa todavía real y verdadera en el mundo, no sólo en el Santísimo Sacramento, sino también en las almas que se encuentran en mi Gracia, y siendo muy restringida la capacidad de la criatura, no pudiendo tomar de una sola todo lo que Yo hice, hago de manera que un alma continúe mis reparaciones, otra las alabanzas, alguna otra el agradecimiento, alguna otra el celo de la salud de las almas, otra mis sufrimientos y así de todo lo demás, y según me correspondan así desarrollo mi vida en ellas, así que piensa en qué estrechuras y penas me ponen, pues mientras Yo quiero obrar en ellos, ellos no me hacen caso”. 

 Dicho esto ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma.

 + + +

12-141 Noviembre 28, 1920

 Cuando Jesús quiere dar, pide. Efectos de la bendición de Jesús. 

Estaba pensando cuando mi Jesús, para dar principio a su dolorosa Pasión, quiso ir con su Mamá a pedirle su bendición, y el bendito Jesús me ha dicho: 

“Hija mía, cuántas cosas dice este misterio, Yo quise ir a pedir la bendición a mi amada Mamá para darle ocasión de que también Ella me la pidiera a Mí. 

Eran demasiados los dolores que debía soportar, y era justo que mi bendición la reforzara. 

Es mi costumbre que cuando quiero dar, pido; y mi Mamá me comprendió inmediatamente, tan es verdad, que no me bendijo sino hasta que me pidió mi bendición, y después de haber sido bendecida por Mí, me bendijo Ella. 

Pero esto no es todo, para crear el universo pronuncié un Fiat, y con ese solo Fiat reordené y embellecí cielo y tierra. 

Al crear al hombre, mi aliento omnipotente le infundió la vida. Al dar principio a mi Pasión, quise con mi palabra creadora y omnipotente bendecir a mi Mamá, pero no era sólo a Ella a quien bendecía, en mi Mamá veía a todas las criaturas, era Ella quien tenía el primado sobre todo, y en Ella bendecía a todas y a cada una, es más, bendecía cada pensamiento, palabra, acto, etc., bendecía cada cosa que debía servir a la criatura, al igual que cuando mi Fiat omnipotente creó el sol, y este sol sin disminuir ni en su luz ni en su calor continúa su carrera para todos y para cada uno de los mortales; así mi palabra creadora, bendiciendo quedaba en acto de bendecir siempre, siempre, sin cesar nunca de bendecir, como jamás cesará de dar su luz el sol a todas las criaturas. 

Pero esto no es todo aún, con mi bendición quise renovar el valor de la Creación; quise llamar a mi Padre Celestial a bendecir para comunicar a la criatura la potencia; quise bendecirla a nombre mío y del Espíritu Santo para comunicarle la sabiduría y el amor, y así renovar la memoria, la inteligencia y la voluntad de la criatura, restableciéndola como soberana de todo.

 Debes saber que al dar, quiero, y mi amada Mamá comprendió y súbito me bendijo, no sólo por Ella sino a nombre de todos. 

¡Oh! si todos pudieran ver esta mi bendición, la sentirían en el agua que beben, en el fuego que los calienta, en el alimento que toman, en el dolor que los aflige, en los gemidos de la oración, en los remordimientos de la culpa, en el abandono de las criaturas, en todo escucharían mi palabra creadora que les dice, pero desafortunadamente no escuchada: 

“Te bendigo en el nombre del Padre, de Mí, Hijo, y del Espíritu Santo, te bendigo para ayudarte, te bendigo para defenderte, para perdonarte, para consolarte, te bendigo para hacerte santo.” 

Y la criatura haría eco a mis bendiciones, bendiciéndome también ella en todo. 

Estos son los efectos de mi bendición, de la cual mi Iglesia, enseñada por Mí, me hace eco, y en casi todas las circunstancias, en la administración de los sacramentos y en otras ocasiones da su bendición”. 

4-40 Julio 6, 1922

 Bendición de Jesús a su Mamá. 

Quien vive en la Divina Voluntad es depositaria de la Vida Sacramental de Jesús. 

Estaba pensando y acompañando a Jesús en la hora de la Pasión cuando fue ante la Divina Mamá para pedirle su santa bendición, y mi dulcísimo Jesús en mi interior me ha dicho: 

“Hija mía, antes de mi Pasión quise bendecir a mi Mamá y ser bendecido por Ella, pero no fue únicamente a mi Mamá a quien bendije, sino a todas las criaturas, no sólo animadas sino también inanimadas; vi a las criaturas débiles, cubiertas de llagas, pobres, mi corazón tuvo un latido de dolor y de tierna compasión y dije:

 ‘¡Pobre humanidad, cómo estás decaída, quiero bendecirte a fin de que resurjas de tu decaimiento; mi bendición imprima en ti el triple sello de la potencia, de la sabiduría y del amor de las Tres Divinas Personas y te restituya la fuerza, te sane y te enriquezca, y para circundarte de defensas bendigo todas las cosas creadas por Mí, a fin de que las recibas bendecidas por Mí: 

te bendigo la luz, el aire, el agua, el fuego, el alimento, a fin de que quedes como abismada y cubierta con mis bendiciones, pero como tú no las merecías, por eso quise bendecir a mi Mamá, sirviéndome de Ella como canal para hacer llegar a ti mis bendiciones”. Y así como me correspondió mi Mamá con sus bendiciones, así quiero que las criaturas me correspondan con sus bendiciones; pero, ¡ay de Mí!, en vez de correspondencia de bendiciones, me corresponden con ofensas y maldiciones, por eso hija mía, entra en mi Querer, y poniéndote sobre todas las cosas creadas sella todas con las bendiciones que todos me deben, y trae a mi doliente y tierno corazón las bendiciones de todos”. 

Después de haber hecho esto, como para recompensarme me ha dicho: 

Amada hija mía, te bendigo en modo especial, te bendigo el corazón, la mente, el movimiento, la palabra, el respiro, toda y todo te bendigo”. 

+ + +

OFRECIMIENTO DESPUÉS DE CADA HORA.  

Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta hora de tu Pasión para hacerte compañía, y yo he venido. Me parecía oírte angustiado y  doliente que oras, reparas y sufres, y con las palabras más conmovedoras y elocuentes suplicas la salvación de las almas.  

He tratado de seguirte en todo; ahora, debiéndote dejar por mis acostumbradas ocupaciones, siento el deber de decirte “gracias” y un “te bendigo”.

Sí, oh Jesús, gracias te repito mil y mil veces y te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos; gracias y te bendigo por cada gota de sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra, mirada, amargura, ofensa que has soportado.

En todo, oh mi Jesús, quiero ponerte un “gracias” y un “te bendigo.” 

Ah mi Jesús, haz que todo mi ser te envíe un flujo continuo de agradecimientos y bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo de tus gracias y bendiciones.

Ah Jesús, estréchame a tu corazón y con tus santísimas manos márcame todas las partículas de mi ser con tu “te bendigo”, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa que un himno continuo de agradecimiento hacia Ti Nuestros latidos se tocarán continuamente, de manera que me darás vida, amor, y una estrecha e inseparable unión contigo.

Ah, te ruego mi dulce Jesús, que si ves que alguna vez estoy por dejarte, tu latido se acelere más fuerte en el mío, tus manos me estrechen más fuerte a tu corazón, tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, a fin de que sintiéndote, rápidamente me deje atraer a la unión contigo.

Ah mi Jesús, mantente en guardia para que no me aleje de Ti, y te suplico que estés siempre junto a mí y que me des tus santísimas manos para hacer junto conmigo lo que me conviene hacer. Mi Jesús, ah, dame el beso del divino amor, abrázame y bendíceme; yo te beso en tu dulcísimo corazón y me quedo en Ti.

+ + +


No hay comentarios:

Publicar un comentario